viernes, 10 de junio de 2016

Hablemos siempre de forma Edificante

Cómo es nuestro hablar. Hablemos siempre de forma edificante

"...de la abundancia del corazón habla la boca."  ( Mt 12,34 )

"Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado." ( Mt 12,37 )


“No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido, sino todo dicho que sea bueno para edificación [del prójimo].” (EFESIOS 4:29.)

Las palabras que frecuentan tu boca hablan de lo que hay en tu corazón, se puede saber mucho acerca de como es una persona realmente con tan solo dejarla hablar un rato.

 a) ¿Qué regalo nos ha hecho YHWH, y cómo puede usarse mal?
 b) Si queremos mantenernos en el amor de Dios, ¿cómo tenemos que usar el don del habla?
SUPONGAMOS que le regalamos un automóvil a un ser querido y este decide usarlo mal, conduciendo de forma irresponsable y haciendo daño a otras personas. ¿Cómo nos sentiríamos? Sin duda, muy decepcionados.
 
Pues bien, YHWH es el origen de “toda dádiva buena y todo don perfecto” (Santiago 1:17). Por ejemplo, nos ha regalado algo que nos distingue de los animales y que nos permite expresar nuestras ideas y sentimientos: la facultad del habla. Pero este regalo, como el automóvil de la comparación, puede usarse mal. De hecho, muchas personas lo emplean de forma irresponsable y hacen daño a los demás. ¿Comprendemos, entonces, lo decepcionado que debe sentirse YHWH?

 Si queremos mantenernos en el amor de Dios, tenemos que usar este don como él quiere. O lo que es igual, tenemos que seguir las instrucciones que ha dejado en la Biblia: “No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido, sino todo dicho que sea bueno para edificación [del prójimo] según haya necesidad, para que imparta lo que sea favorable a los oyentes” (Efesios 4:29). Por eso, a continuación examinaremos qué tipo de lenguaje hemos de evitar y cómo podemos usar el don del habla para edificar a nuestros semejantes. Pero, antes de nada, veamos por qué es tan importante controlar la lengua.

Lea Jeremías capítulo 18. ¿Qué es lo que Ud. vierte en ese vaso?
Ver Rev 17,4 "...copa de oro llena de abominaciones y de las inmundicias de su lujuria."
¿Es Ud. como la higuera en Lu 13,6-9?

¿POR QUÉ CONTROLAR LA LENGUA?


¿Qué dicen varios proverbios bíblicos sobre el poder de las palabras?
 La primera razón para controlarnos al hablar es el gran poder de las palabras. A este poder alude Proverbios 15:4: “La calma de la lengua es árbol de vida, pero el torcimiento en ella significa un quebrantamiento del espíritu”.* Las palabras calmadas de una lengua bondadosa son tan refrescantes como el rocío y tan reconfortantes como un bálsamo. En cambio, los comentarios malintencionados de una lengua perversa le aplastan el ánimo a cualquiera. Como vemos, las palabras pueden herir o pueden curar (Proverbios 18:21).

 El poder de las palabras también se ilustra en Proverbios 12:18. Allí se indica que quien “habla irreflexivamente” es como quien da “estocadas [con] una espada”. Al soltar las cosas sin pensar, causa profundas heridas y echa a perder buenas amistades. En efecto, las palabras pueden dolernos más que si una espada nos atravesara el corazón. Pero, como añade el proverbio, también pueden tener el efecto contrario: “La lengua de los sabios es una curación”. Quien se esfuerza por demostrar la sabiduría divina mide bien lo que dice. Con sus comentarios bondadosos sana corazones heridos y restablece buenas relaciones. Sin duda, todos hemos constatado el poder curativo de las palabras (Proverbios 16:24). Lo que sale de nuestros labios tiene mucha fuerza; usémoslo, por tanto, no para lastimar al semejante, sino para aliviarlo.

Las palabras calmadas son como rocío refrescante

 ¿Por qué cuesta tanto refrenar la lengua?

 Pero, por más que intentemos hablar con cuidado, a veces fracasaremos. Y este hecho nos muestra la segunda razón para controlarnos al hablar: la tendencia innata a hacer mal uso de la lengua. En efecto, nos cuesta mucho refrenarla porque las palabras proceden del corazón y, según indica la Biblia, “la inclinación del corazón del hombre es mala” (Génesis 8:21; Lucas 6:45; Santiago 3:2-4). Ahora bien, aunque la imperfección nos impide dominar la lengua por completo, sí podemos manejarla mejor. Para ello tendremos que realizar un esfuerzo constante, como si estuviéramos nadando contra la corriente. Ver Juan capítulo 12.

 ¿Hasta qué punto somos responsables ante YHWH de lo que decimos?

 La tercera razón para controlarnos al hablar es la responsabilidad que tenemos ante YHWH. Lo que decimos no solo influye en la convivencia con los demás, sino también en nuestra relación con Dios. Así lo indica Santiago 1:26: “Si a un hombre le parece que es [un buen] adorador [...], y con todo no refrena su lengua, sino que sigue engañando su propio corazón, la forma de adoración de este hombre es vana”.* Como se explicó en el capítulo anterior, existe una estrecha relación entre el uso que hacemos del lenguaje y nuestra adoración. Si diéramos rienda suelta a la lengua e hiciéramos comentarios hirientes y llenos de veneno, el servicio que rendimos a Dios no tendría ningún valor. Sin duda, esto debería darnos mucho que pensar (Santiago 3:8-10).

 Hemos visto tres razones de peso para controlarnos en el uso de las palabras. Ahora examinaremos cuál es el lenguaje que debemos evitar por completo y cuál debemos emplear para edificar a nuestros semejantes.

PALABRAS QUE DERRUMBAN


a) ¿Qué lenguaje se ha vuelto una plaga?
b) ¿Por qué debemos rechazar el lenguaje sucio?
 Lenguaje soez. En la actualidad, las blasfemias, las groserías y las vulgaridades de todo tipo se han vuelto una plaga. Muchas personas recurren a ellas para añadir fuerza a lo que dicen o para compensar su limitado vocabulario. Y en el mundo del espectáculo, los humoristas se valen de palabrotas y chistes subidos de tono para entretener al público. Pero eso no tiene ninguna gracia. Hace dos mil años, Pablo envió a los cristianos de Colosas una carta inspirada donde les aconsejó evitar por completo el “habla obscena” (Colosenses 3:8). Y a los hermanos de Éfeso les escribió: “Ni siquiera se mencionen entre ustedes [cosas como el] bromear obsceno” (Efesios 5:3, 4).
 A nuestro amado Dios le ofende el lenguaje sucio. Por eso, nosotros también lo detestamos y nunca lo utilizamos. Tenemos muy claro que puede ser una forma de “inmundicia”, la cual figura entre las “obras de la carne” condenadas por Pablo (Gálatas 5:19-21). Sin duda, es un asunto muy serio. ¿Qué le sucederá a quien tenga el vicio de andar siempre hablando de temas gravemente inmorales, indecentes o pervertidos, sea de forma descarada o valiéndose de dobles sentidos? En primer lugar, recibirá varias advertencias. Y si se niega a arrepentirse y corregirse, será expulsado de la congregación.*

c) ¿Cuándo están mal los comentarios sobre las vidas ajenas?
d) ¿Por qué debemos evitar las calumnias?
Chismes y calumnias. Los comentarios sobre las vidas ajenas pueden ser inofensivos si giran en torno a asuntos positivos o útiles, como quién se acaba de bautizar o quién necesita ánimo. Los cristianos del siglo I también se interesaban mucho por sus hermanos y hablaban de ellos sin ninguna malicia (Efesios 6:21, 22; Colosenses 4:8, 9). Lo que no está bien es hacer comentarios que distorsionen la realidad o revelen detalles de la vida privada. Esa costumbre pudiera llevarnos incluso a algo más grave: la calumnia, que se define como “acusación falsa hecha maliciosamente en contra de alguien con el fin de dañarlo o desprestigiarlo” (Diccionario del español usual en México). Como ejemplo de claras calumnias, tenemos las mentiras que lanzaron los fariseos contra Jesús con la intención de desacreditarlo (Mateo 9:32-34; 12:22-24). Un hecho innegable es que las calumnias generan muchas discordias (Proverbios 26:20.)

¿Cómo ve YHWH a quienes se dedican a difamar o sembrar discordias? 


No los ve con buenos ojos. Lo que es más, odia a quienes provocan “contiendas entre hermanos” (Proverbios 6:16-19). Recordemos que el término griego para “calumniador” es diábolos, el mismo que se usa para presentar a Satanás como el “Diablo”, es decir, como el Calumniador que difama a Dios (Revelación 12:9, 10). Desde luego, ninguno de nosotros querría convertirse en un “diablo” (o sea, en un calumniador). Ciertamente, en la congregación no hay lugar para la calumnia ni para las obras de la carne que esta fomenta, entre ellas las “altercaciones [o riñas]” y las “divisiones” (Gálatas 5:19-21). Así pues, antes de contar cualquier cosa sobre el prójimo, debemos preguntarnos: “¿Estoy seguro de que es cierto? ¿Sería una muestra de amor revelarlo? ¿Es necesario o conveniente que otros se enteren?” (1 Tesalonicenses 4:11).

e) ¿Cómo afecta a las personas el lenguaje injurioso?
f) ¿En qué peligrosa situación se encuentran los injuriadores?
Maltrato verbal. Como ya vimos, las palabras pueden hacer mucho daño. Y es cierto que la imperfección nos lleva a todos a decir cosas que luego lamentamos. Pero la Biblia nos advierte que hay una forma de hablar que no es admisible ni en la congregación ni en la familia. Pablo exhortó a los cristianos: “Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa” (Efesios 4:31). Otras traducciones bíblicas vierten “habla injuriosa” como “insultos”, “ofensas” y “lenguaje insultante”. Esta forma de hablar —que incluye las palabras humillantes, los comentarios ásperos y las críticas despiadadas— atenta contra la dignidad y la autoestima de las personas. Y los niños, al ser más inocentes y tiernos, son especialmente vulnerables (Colosenses 3:21).

 La Biblia condena tajantemente a los injuriadores y muestra que se encuentran en una situación muy peligrosa. ¿Qué futuro le espera a quien tenga la costumbre de emplear expresiones insultantes, despectivas o humillantes? Primero recibirá varias oportunidades de corregirse. Pero si no las aprovecha, terminará expulsado de la congregación. Y peor aún, hasta pudiera perder la vida eterna bajo el Reino de Dios (1 Corintios 5:11-13; 6:9, 10). Queda claro, que mantenerse en el amor de YHWH es incompatible con las groserías, con las mentiras, con los insultos y, en definitiva, con todas las palabras que derrumban al prójimo.


PALABRAS QUE EDIFICAN . ¿Qué tipo de lenguaje edifica al prójimo?


 

¿Cómo quiere YHWH que usemos el don del habla? Recordemos que la Biblia nos pide que lo utilicemos “para edificación [del prójimo]” (Efesios 4:29). A YHWH le complace que nos esforcemos por hallar palabras constructivas que animen y fortalezcan. Pero las Escrituras no contienen un reglamento detallado ni una lista con vocabulario “saludable” (Tito 2:8). Para saber si un comentario es edificante solo hay que ver si pueden aplicársele estos tres adjetivos: sano, cierto y bondadoso. Tengamos presentes estas tres importantes características mientras analizamos varios ejemplos (véase el recuadro “¿Es edificante mi forma de hablar?”).

Pregúntese: ¿ES EDIFICANTE MI FORMA DE HABLAR?


Ser Cristiano significa ser "pequeños Cristos", así nuestro proceder debe ser puro en todo momento y lugar: " Jesús decia: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen."Lu 23,34

Principio: “Que su habla siempre sea con gracia” (Colosenses 4:6).

Preguntas para meditar

¿Cuándo fue la última vez que felicité a alguien por su labor? (1 Corintios 11:2; Revelación 2:1-3.)
¿Demuestro respeto a los demás pidiendo las cosas con cortesía y dándoles las gracias? (Génesis 13:14; Juan 11:41.)
Buenos Días , por favor, Gracias. ¡Dios te bendiga!  ¿se hallan en su repertorio de palabras diariamente usadas?

¿Hablo casi siempre de mí mismo, o me intereso también por las ideas y sentimientos de los demás? (Filipenses 2:3, 4; Santiago 1:19.)

¿Para qué empleo la información que tengo sobre las vidas ajenas? ¿Para edificar, o para derrumbar? (Proverbios 15:1, 2.)
RECUERDE: lo que dice habla de lo que hay en su corazón, habla de quién es Ud.

¿Qué actitud demuestro hacia el lenguaje soez?, ¿Qué revela esa actitud sobre lo que tengo en el corazón? (Lucas 6:45; Santiago 3:10, 11.)

 a) ¿Por qué debemos felicitar a los demás?
 b) ¿Qué comentarios elogiosos podemos hacer en la congregación y en el hogar?
Elogios sinceros. YHWH y Jesucristo saben que es muy necesario felicitar a los demás y reconocer sus méritos (Mateo 3:17; 25:19-23; Juan 1:47). Y todos los cristianos tenemos que hacer lo mismo, ser como Jesucristo: Lea Mt 5,48.
En efecto, “una palabra a su tiempo [...], ¡oh, cuán buena es!” (Proverbios 15:23). Cuando alguien nos elogia con sinceridad, nos hace sentir bien y nos llena de ánimo. Y es muy natural que nos sintamos así, pues se está interesando por nosotros y por lo que estamos haciendo. Eso nos confirma que ha valido la pena el esfuerzo, fortaleciendo nuestra confianza e impulsándonos a trabajar cada día con más entusiasmo. Pues bien, dado que las alabanzas son algo que a todos nos gusta recibir, ¿no deberíamos preocuparnos también por darlas? (Mateo 7:12.)

Si nos acostumbramos a fijarnos en los puntos fuertes de los demás, siempre encontraremos razones para felicitarlos. Por ejemplo, ¿qué pudiéramos ver en la congregación? A un orador dando buenos discursos, a un joven luchando por lograr sus metas espirituales o a un hermano mayor que, pese a sus achaques, nunca falta a las reuniones. Unas sencillas palabras de elogio les llegarán al corazón y los fortalecerán. ¿Y qué puede decirse del hogar? Ambos cónyuges necesitan escuchar sentidas palabras de ánimo y gratitud (Proverbios 31:10, 28). Y a los hijos también les hace falta que los tengan en cuenta y los aprecien. Para ellos, el reconocimiento y la aprobación son tan necesarios como el agua y la luz para las plantas. Por eso, los padres deben estar muy pendientes de elogiarlos por sus buenas cualidades y acciones. Así les elevarán la autoestima y la confianza, y los moverán a esforzarse aún más por hacer lo que deben.
 

¿Por qué debemos hacer todo lo posible por consolar y animar a nuestros hermanos, y cómo podemos hacerlo?


Consuelo y ánimo. YHWH se interesa profundamente por los de “condición humilde” y por “los [...] aplastados” (Isaías 57:15). En la Biblia nos dirige esta exhortación: “Sigan consolándose unos a otros y [...] hablen confortadoramente a las almas abatidas” (1 Tesalonicenses 5:11, 14). Podemos estar seguros de que él observa complacido todo lo que hacemos por animar y consolar a los afligidos.


A YHWH le complace que usemos palabras edificantes
¿Qué podemos hacer por el cristiano desanimado? Primero, dirigirle algunas palabras de aliento. Aunque con eso quizás no arreglemos sus problemas, no debemos preocuparnos. Lo importante es mostrarle que estamos a su lado y que nos interesamos. También podemos orar con él, pidiendo a YHWH que le ayude a ver que es alguien muy querido, tanto por los demás como por Dios (Santiago 5:14, 15). Debemos confirmarle que la congregación lo necesita y aprecia (1 Corintios 12:12-26). Otra buena idea es leerle algún pasaje bíblico que le recuerde cuánto se interesa YHWH por él (Salmo 34:18; Mateo 10:29-31). Si nos tomamos el tiempo necesario para confortarlo con alguna “buena palabra” que salga de nuestro corazón, se sentirá más amado y valorado (Proverbios 12:25).

¿Qué tres factores contribuyen al éxito de los consejos?


Buenos consejos. Como todos somos imperfectos, pecadores de vez en cuando necesitaremos orientación. Por eso la Biblia nos dice: “Escucha el consejo y acepta la disciplina, a fin de que te hagas sabio en tu futuro” (Proverbios 19:20). En la congregación recibimos sugerencias de los ancianos. Pero ellos no son los únicos capacitados para hacerlas. Por ejemplo, los padres tienen que asesorar a sus hijos (Efesios 6:4). Y las hermanas espiritualmente maduras pueden hacer lo mismo con las cristianas más jóvenes (Tito 2:3-5). En todo caso, el amor al prójimo dicta que el consejero formule sus comentarios de forma que nadie se sienta atacado. Analicemos ahora tres factores que contribuyen al éxito del consejo: que se dé con la debida actitud y motivación, que tenga bases sólidas y que se ofrezca de la forma adecuada.

El primer factor es que el consejo se dé con la debida actitud y motivación. ¿Qué nos ayuda a aceptar con gusto una sugerencia? Sin duda, saber que se ofrece por verdadero interés en nosotros, y no por frustración o por egoísmo. Entonces, actuemos así al dar consejo a los demás. El segundo factor es basarse en la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16). Todo lo que digamos debe estar fundamentado en la Biblia, sea que leamos directamente de ella o no. Los ancianos tienen cuidado de no imponer sus propias opiniones. Tampoco manipulan textos bíblicos para respaldar sus ideas. El tercer factor es ofrecer la recomendación de la forma adecuada. Al darla con bondad, respetando la dignidad de cada uno, siempre será más fácil aceptarla (Colosenses 4:6).

¿De qué manera queremos usar el don del habla?


 Sin duda, al dotarnos del habla, YHWH nos ha hecho un regalo valiosísimo. Y como amamos tanto a nuestro Padre, queremos usarlo bien. Nunca olvidemos que las palabras pueden edificar o derrumbar. Por eso, usémoslas siempre como YHWH quiere: “para edificación [del prójimo]”. Así, seremos una verdadera bendición para quienes nos rodean y, además, podremos mantenernos en el amor de Dios.

El término hebreo que se emplea  en Proverbios 15:4 se traduce “torcimiento” también puede verterse, e.d. traducirse,  en “malicia” o “perversidad”.

La palabra griega traducida “vana” también se vierte “inútil” e “infructuosa” (1 Corintios 15:17; 1 Pedro 1:18).

En la Biblia, el término “inmundicia” engloba pecados muy diversos. Aunque no todos los tipos de inmundicia exigen la formación de un comité judicial, quien cometa inmundicia grave y no se arrepienta será expulsado de la congregación (2 Corintios 12:21; Efesios 4:19;)






Recuerda siempre estas palabras:



"Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.  El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final."
                                                                                    --
Juan 12:47-48



Puedes pedirle perdón por tus pecados:
 
Señor Jesús yo te pido perdón por todos mis pecados, se que has muerto en una cruz por amor a , y que Dios Padre te resucito de entre los muertos al tercer día; lávame, límpiame de mi maldad con tu sangre preciosa, te necesito, te declaro el Señor y Salvador de mi vida, enséñame hacer tu voluntad, dame fuerzas, dame una nueva vida; yo doy gracias a Dios el Padre por haberte enviado a mi Jesús a morir por mis pecados y por recibirme como tu hijo. En tu nombre Jesús he orado, Amen.-
Si usted ha hecho esta oración, Lea la Biblia, busque a Dios en oración, Dios le escucha y el responde las oraciones; y busque una Iglesia donde se le predique la palabra de Dios. 
 
 "que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.  Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación."
                                                                                                             --Rom 10, 9-11

" Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. "
                                                                                                                -- Mt 18,19

No hay amor mas Grande: " Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros."
                                                                                                             --Romanos 5:7-8

¡Dios puede sanarte y si lo crees puede ser hoy! 

¡Dios te Bendiga!



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